Hoy, a eso de las 12 del mediodía salía del edificio de oficinas donde trabajo para tomar un café, cuando me sorprendió encontrar a un nutrido grupo de personas en la puerta, como esperando algo.
En seguida me dije: "Ya está, una concentración en contra de algo". Y me puse a pensar en distintas opciones:
- Contra ETA, pues no.
- Contra la especulación urbanística, tampoco.
- Contra el cambio climático, menos.
- Contra la ley anti-botellón, ni por asomo.
Por fín, picado por la curiosidad me acerqué con disimulo a un grupito para tratar de escuchar algo de la conversación. Y así me enteré de lo que ocurría.
Una de las empresas de edificio había congregado a todos sus delegados nacionales para una reunión anual y habían salido a la puerta a fumar un cigarrillo.
Sorprendido por un par de miradas furtivas, y después de unos tres minutos haciendo el pasmarote hice lo único medio digno en esa situación: Pedir un cigarrillo, fumármelo y volver a entrar en el edificio sin mi café.
Conclusión: Soy un cotilla con orgullo y demasiado sentido del ridículo. Y eso me ha costado un café, aunque me ha ahorrado un cigarro. ¿Es un buen trato?
1 comentario:
...juas juas, al final la ley antitabaco va a resultar que es un medio de lo más eficaz para acercar a la peña...juas juas
...tranquilo que de momentos cotillas sufrimos todos y además luego vas lo cuentas y nos reímos...
:))))))
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